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Han llegado unos desconocidos a casa: los adolescentes!

La adolescencia es la transición entre la infancia y la edad adulta y normalmente comprende todos aquellos chicos y chicas entre 12 y 18 o 20 años (¡a veces incluso más!).

Todos sabemos (casi siempre por experiencia propia) que la adolescencia es una época difícil, marcada por muchos cambios; cambios a nivel físico, hormonal, psicológico, emocional…

A veces nos sacan de quicio… pero ¿qué haríamos sin ellos? ¿Sin su naturalidad? ¿Sin esas miradas llenas de ilusión? ¿Sin aquel enorme afán de cambiar todo aquello que no les gusta y de luchar por lo que quieren?

Cohabitar con ellos puede llegar a ser complejo, pero quizás si conocemos los cambios que experimentan y cómo les afectan podemos llegar a entenderlos mejor:

“Se pasa el día con los auriculares puestos y aislado de la familia”: Es cierto que muchos adolescentes pasan muchas horas encerrados en su habitación o aislados con la música a todo volumen o en su mundo (videojuegos, libros, series…). Necesitan crear unas fronteras, límites en el domicilio para poder separarse de los padres. Inconscientemente están creando su propia identidad, su propio camino y necesitan distanciarse de los padres. A menudo lo tienen que evidenciar con este tipo de comportamiento.

  “Se pasa el día engominándose y mirándose al espejo”: Como todos sabemos, durante esta etapa hay muchos cambios a nivel físico y que además se producen en muy poco tiempo. El joven necesita aceptar estos cambios y requiere sentirse aceptado y admitido por los demás (sobre todo por los compañeros), por eso muchas veces decimos que se vuelven presumidos en exceso, que se duchan tres veces al día o que se pasan el día probandose todo tipo de ropa diferente …

“Está obsesionado con su grupo de amigos y no quiere saber nada de sus padres“: Como ya hemos comentado existe un exceso de cambios durante esta etapa y (como a todos nosotros) los cambios provocan temor. Esto hace que tengan la necesidad de identificarse con un grupo que estén experimentando estos cambios al igual que ellos, ese vínculo que formarán con los compañeros les ayudará a ganar autonomía y libertad. Sentirse vinculado con un grupo de amigos durante esta época es imprescindible para sentirse apoyados.

“Mi hijo se acuesta a las tantas y cada día le cuesta más levantarse”: A partir de la pubertad la segregación de melatonina (sustancia natural que determina el ciclo de sueño y vigilia) se retrasa y cada vez se hace más tarde, eso hace que les cueste más dormirse por las noches y, como consecuencia, despertarse por las mañanas.

“Pasa de estar contento a estar enfadado en tan sólo un instante”: Los cambios de humor en la adolescencia son muy bruscos, se vuelven indecisos, contradictorios, rebeldes… Debemos tener paciencia, están buscando su propia identidad, están construyendo su personalidad y como todavía no tienen una estructura psicológica firme se dejan influenciar por los demás y son muy vulnerables a los cambios.

“Se ha vuelto muy impulsivo y cuando quiere las cosas las quiere el momento, no puede esperar”: La irreflexividad y la baja tolerancia a la frustración son unos rasgos bastante descriptivos de los jóvenes. Esto ocurre porque a nivel cerebral hay ciertas sustancias implicadas (hormonas, neurotransmisores…) que actúan en los centros de recompensa y hace que los jóvenes requieran una compensación inmediata y que no tengan el autocontrol suficiente para esperar.

“Siempre chilla, desafía constantemente y quiere tener la última palabra”: Como hemos comentado antes, su cerebro es totalmente impulsivo, tendrá que pasar un tiempo para que desarrollen cierto autocontrol. Todo este cúmulo de cambios (que los acerca a la edad adulta) hace que se sientan grandes y fuertes, que crean tener más argumentos para desafiar y contestar a los padres …

 

Evidentemente, durante esta periodo se dan muchos más cambios que nos darían para un libro entero. Hay que remarcar que todos estos rasgos son muy descriptivos de esta época pero eso no quiere decir que todos los adolescentes tengan que pasar por cada uno de ellos… Hay chicos/as que son más infantiles, otros que parecen madurar antes… pero la mayoría de casas donde vive un adolescente tienen una cosa en común; los conflictos.

Tenemos que pensar que se encuentran en una fase en la que dejan de ser niños o niñas para convertirse en adultos. La manera que tienen ellos de diferenciarse de los adultos (normalmente los padres) o de los niños, es llevando a cabo conductas desafiantes, volviéndose negativistas, revelándose. No se sienten identificados con ninguna de las dos franjas de edad antes mencionadas, podríamos incluso decir que se encuentran en un “limbo de la edad”. Se aferran a que son niños cuando les exiges demasiado y se enfadan porque los tratas como niños y quieren ser tratados como adultos. Ellos observan a los adultos con recelo, con atracción… quieren ser tratados como grandes, tienen un gran deseo de ser independientes… pero a la vez les da miedo hacerse mayores. En ciertos momentos también necesitan sentirse niños porque, en parte, echan de menos su infancia. Viven en un mundo lleno de contradicciones.

El desafío adolescente es una de las maneras que tienen para formar su identidad, así es como construyen su personalidad. Se sienten incomprendidos y necesitan liberarse de los padres, distanciarse… y lo hacen a gritos, cerrándose en su habitación, negándose a llevar a cabo lo que se les pide o directamente “pasando de todo” .

Necesitan aislarse para encontrarse, necesitan estar solos para saber quiénes son. Deben disfrutar de su intimidad, su espacio, su mundo personal.

Lo que deberíamos hacer los adultos es no analizarlo todo, no juzgar y no querer que los médicos o psicólogos nos den respuestas y soluciones inmediatas. Porque la verdad es que no hay soluciones mágicas, todos aquellos conflictos y cambios son naturales y propios de esta edad. Pero sí, llegará el día en que todo esto terminará y su hijo acabará convirtiéndose en un adulto competente y responsable. Lo pasaréis juntos y lo superaréis juntos.