Cat / Esp

Entre la estabilidad y el cambio

¡Buenos días Psigmeros/as!

Hoy hablamos de las familias y de los sistemas familiares.

Dicen que la morfogénesis es una característica inherente de los sistemas familiares, pues sabemos que en los miembros individuales que componen la familia habrá una maduración a lo largo del tiempo, con cambios físicos y emocionales varios. De este modo, los sistemas de familia alternan entre la estabilidad y el cambio, entre lo que conocemos como la homeostasis y la morfogénesis. En esta línea pues, los estudios de los últimos años no sólo se han centrado en el desarrollo de la persona en el contexto familiar sino en cómo cambian con el tiempo la estructura y la dinámica de la propia familia.

A veces, en una familia, el proceso de adaptación se puede quedar estancado y los terapeutas tenemos que buscar la manera de estimular el proceso de cambio a fin de que el sistema familiar pueda retomar su correcto desarrollo.

Son muchas las teorías que han hecho referencia a las diferentes fases del ciclo de vida de la familia. Por ejemplo, Gerson planteaba 6 fases: el joven adulto solo, el compromiso con otra persona, la familia con hijos pequeños, la familia con hijos adolescentes, la familia con hijos jóvenes adultos y la pareja en la vida avanzada. Gerson integraba las seis fases en tres grupos, cada uno con un foco de atención diferente: la formación del sistema familiar, la expansión del sistema familiar y la reducción del sistema familiar.

DOCU_GRUPO

Hoy sin embargo, más que centrarme en las fases en sí mismas (podrían variar en matices según unos autores u otros y además, en la sociedad actual proliferan claramente nuevos modelos y estructuras familiares) me referiré a un aspecto que a consulta creemos muy importante, y es que en cada fase hay DOS TIPOS DE CAMBIOS los que el sistema familiar deberá adaptarse, los de primer orden y los de segundo orden.

Los cambios de primer orden son las adaptaciones prácticas y emocionales que la familia y sus miembros deberán hacer para atender las exigencias de esta fase. Estos cambios se reconocen más ampliamente en la cultura en general, y existe un cuerpo de conocimientos a disposición de los miembros de la familia que tengan que afrontar estos cambios, incluso en los medios de comunicación.

Los cambios de segundo orden diríamos que a veces pueden ser más “puñeteros”, pues son aquellos que se deberán realizar en las pautas subyacentes de las relaciones dentro del sistema familiar para adaptarse a la nueva fase de su ciclo . Estos segundos, resultan menos obvios, y por eso, cuando se producen no se reconocen con la misma facilidad. En muchos casos, ocurren de forma relativamente sencilla y los miembros de la familia casi no los notan, pero en aquellos casos en los que aparezcan complicaciones a la hora de gestionar la transición a una nueva fase y a través de ella, lo más frecuente es que la dificultad esté en este segundo ámbito.

Veamos un par de ejemplos de ello:

Fase del ciclo vital familiar “Compromiso con otra persona”
Cambios de primer orden: establecer un compromiso, crear un hogar y acordar roles y cuestiones sobre el estilo de vida, resolver las diferencias, etc.
Cambios de segundo orden: renegociar las relaciones con la familia de origen y dar prioridad a la nueva “familia nuclear”, acordar las “normas sobre quién fija las normas”, etc.

Fase del ciclo vital familiar “La familia con hijos pequeños”
Cambios de primer orden: Adaptarse a la llegada del primer hijo (cambios en las disposiciones laborales y económicas y en la organización de la casa), acordar las funciones y responsabilidades del padre y la madre, tareas prácticas y emocionales a las que obliga la llegada del segundo hijo y los siguientes, etc.
Cambios de segundo orden: Acordar el paso de un sistema de relaciones de “dos a tres personas” (cuestiones de inclusión / exclusión), acordar la relación con las familias de origen en lo que se refiere al rol de los abuelos, etc .

pexels-photoAixí pues, por las cuestiones ya comentadas, a consulta nos encontramos a menudo mayores dificultades en los cambios de segundo orden. En este sentido, siempre decimos que resulta relevante atender y trabajar estas dificultades en el momento que aparecen (hacer la máxima prevención posible), pues sino existe el riesgo de que el sistema familiar “enquistado” los problemas y que se mantengan luchando contra cuestiones residuales que no se resolvieron adecuadamente mientras ésta avanzaba por las primeras fases de su ciclo vital.

Por último, también me gustaría añadir que obviamente las fases propuestas por Gerson responden a un “tipo ideal” de familia. En realidad, en todo sistema familiar hay que dejar espacio para el amplio impacto del sistema social y cultural sobre las cuestiones relativas a cada fase y sobre cómo perciben los miembros de la familia estas cuestiones y reaccionan ante ellas. También habrá que tener muy en cuenta las circunstancias particulares de la familia (tradición étnica, cualquier experiencia idiosincrásica en especial si se traumática -enfermedades, accidentes, abusos, etc.) y los cambios o variaciones estructurales (separaciones, divorcios, familias monoparentales, nuevos matrimonios, etc.)

Está claro pues que debemos normalizar y prepararnos para los “cambios”, puesto que a lo largo de la vida todas las familias pasaremos por algunas de las denominadas “crisis normativas” (como las que ya hemos comentado: elección y formación de la pareja, nacimiento del primer hijo, escolaridad, nacimiento otros hijos, etapa adolescente de los hijos, salida de los hijos de casa, jubilación, vejez y muerte) pero que desgraciadamente la gran mayoría también lo haremos por las “crisis no normativas” (embarazos no deseados, abortos, muertes prematuras, separaciones, enfermedades, migraciones, cambios de estatus, etc).

Sea cual sea su problemática familiar y las dificultades en las que os encontréis, en PSIGMA os queremos ayudar, así que para cualquier duda, podéis consultarnos!

¡Que paséis una muy buena semana!

Laura Fabré Calonge, psicòloga sanitaria en PSIGMA VIC
laura@psigma.cat