Feliz día psigmer@s!
Hoy os dejamos un artículo para reflexionar sobre que es la empatía y cómo se debe tratar el dolor, ¡esperemos que os guste!
Tendemos a asociar a menudo los problemas de gestión del dolor sobre la persona que lo padece. Muchas veces es así y el problema somos nosotros mismos que no encontramos la manera de cómo afrontar esta situación. Cómo os podéis imaginar, la solución más acertada es pedir ayuda a vuestro psicólogo/a de confianza con el fin de cambiar este conjunto de pensamientos negativos. Pero en este artículo os queremos hablar de la persona que está justo al otro lado de la mesa escuchando: nosotros, los profesionales de la salud. ¿Os parece extraño no?
Muy a pesar, estos profesionales muchas veces son buenos terapeutas si hablamos a nivel técnico y de conocimientos, pero a la vez, son bastante malos a la hora de escuchar y empatizar con la persona que tienen sentada delante. Quiero hablaros de este tema, no porque tenga ninguna intención de desprestigiar a mis compañeros de profesión sino porque ya me he encontrado con demasiadas personas que trato en la consulta, que me hablan de menosprecio o falta de respeto cuando están siendo visitadas o tratadas y, sinceramente, creo que se debe sacar a la luz este problema. ¿Cuantos de vosotros, por mala suerte, os sentís identificados con este tema? Por desgracia, demasiadas personas. Vamos a reflexionar un poco sobre el tema.
¿Qué es la empatía?
La empatía es la capacidad que tiene una persona de ponerse en el lugar del otro. Como profesionales de la salud, esta cualidad tiene que ser una de las bases para poder realizar nuestro trabajo de manera adecuada. ¿Si no soy capaz de comprender como se encuentra aquella persona, creéis que le puedo ofrecer la mejor solución? Creo que la respuesta es clara. I para aquellos que aún puedan pensar que sin entender a la persona se puede solucionar el problema les pregunto: ¿estáis tratando personas u objetos? Si yo trato un objeto, una vez haya encontrado lo que falla, cambio la pieza por una de nueva y todo arreglado. Pero cuando se trata a una persona, parece ser que algunos profesionales han olvidado que el cuerpo y la mente están relacionados y que las personas tenemos sentimientos. Aunque hayamos encontrado aquello que falla en la persona, si no la escuchamos y no sabemos explicar cómo la podemos ayudar, corremos el gran riesgo de no poder solucionar su problema.
Encuentro esta situación casi surrealista porque mientras estoy escribiendo estas líneas me doy cuenta que todavía no sabemos o no recordamos una cosa tan básica como que estamos tratando personas. ¿Qué tipo de trato estamos ofreciendo a nuestros clientes? Tratamos a las personas como un simple número en vez de tratarlas como lo que son, personas. Este trato tan deshumanizado me atrevería a decir que raya la negligencia en el código ético de todo profesional de la salud. En mi modesta opinión, un profesional que sea muy bueno a nivel de conocimientos pero que no sea capaz de empatizar con el paciente, este profesional no podría estar trabajando de cara al público.
Algunos os podréis preguntar: ¿no está exagerando un poco este chico con el tema? Mi respuesta es que no y os contaré el porqué.
Este tipo de profesionales, aparte de no hacer bien su trabajo, están provocando a la persona que tienen delante un sentimiento de culpabilidad brutal. La persona es la afectada, es ella la que tiene aquel dolor crónico de hace años y años, y en este caso, es la víctima. Si como profesionales sanitarios, le digo cosas como: “venga mujer, no me seas quejica”, “todo está en tu cerebro, no exageres”, “uiii, eso no es nada. No te quejes por tan poca cosa”, “una recuperación tiene que hacer daño sino quiere decir que no se está haciendo bien”, “no hay para tanto, aguanta un poco más”, y así podría seguir… ¿No os suenan alguna de estas expresiones? Pues, si como profesional le digo estas cosas, la única cosa que conseguiré será hacer sentir culpable a la víctima. ¿Lo veis? En teoría, se suponía que la persona me venía a ver para que la ayudase con su dolor y, por el contrario, lo que estoy haciendo es decirle que ella es la culpable de todo su dolor. Este es el motivo por el qué un profesional de la salud así, no debería poder ejercer su trabajo de cara al público.
Seguimos repasando otros conceptos: el grado del dolor. El dolor es un término subjetivo, es decir, que depende de cada persona. Como fisioterapeuta, la gran mayoría de casos que trato, el principal síntoma es el dolor. Porque un músculo, un tendón, un ligamento, una fascia se recupere, ante todo, es básico bajar la intensidad del dolor. En mi modo de trabajar, siempre le pido a la persona que estoy tratando que me diga del 0 al 10 cuál es su dolor (0 es no dolor y 10 es un dolor insoportable). Una vez sepa eso, puedo empezar a tratarla. Nuestro cuerpo es inteligente y provocando dolor en una zona concreta de nuestro cuerpo, nos está diciendo que ahí hay algo que no funciona correctamente. Cada persona tiene un umbral de dolor, o sea, una barrera muy fina donde nuestro cuerpo pasa de trabajar más o menos bien a trabajar mal. La base de todo tratamiento es no sobrepasar esta barrera o umbral de dolor. La lógica y la ciencia me dicen que sino supero este barrera, mi tratamiento tendrá una evolución favorable y, si no hay ningún contratiempo, conseguiré curar a aquella persona. Por el contrario, tenemos los profesionales que aún viven en el paleolítico y creen que para curar una lesión se tiene que hacer daño porque si no hace daño es que no cura. Provocar más dolor es sinónimo de provocar más espasmo muscular ya que el cuerpo detecta que el nivel de dolor sube, y para contrarrestar esto, aún tensa y pone más duros todos los tejidos de nuestro cuerpo.
Para ir terminando, me gustaría decir que he decidido hablar sobre este tema porque creo que es beneficioso para ambas partes, tanto los pacientes/clientes como los profesionales sanitarios. Es bueno para vosotros, las personas, porque así seguramente os sentís más apoyadas ya que alguna vez u otra habéis sufrido este tipo de problemas y eso os reafirma en vuestra posición y os hace ver que nunca os tenéis que sentir culpables delante de esta mala praxis por parte de algunos profesionales. Y también es bueno para nosotros, los profesionales sanitarios, porque es importante hacer autocrítica y pararnos un momento a coger aire y recordar que es básico, ante todo, escuchar a aquella persona y ponerse en su lugar. Desde Psigma, siempre hemos apostado por un trato personal, individualizado y de calidad, porque así nuestros clientes se sientan apoyados en todo momento.
Para finalizar, me gustaría recomendaros un libro muy interesante que cuenta de manera sencilla qué es el dolor y nos ayuda a entender su funcionamiento. El libro se titula “EXPLICANDO EL DOLOR” y los autores son David Butler y Lorimer Moseley. Si alguien está interesado en su lectura podéis dejar un comentario dejando vuestro correo y os enviaré el libro en formato digital.
Deseo que os guste este artículo. ¡Feliz Navidad y buenas fiestas!
David Boatella, Fisioterapeuta en PSIGMA
davidboatella@psigma.cat