¡Buenos días a todos y todas!
“Nutrición y dietética” erróneamente a menudo se relacionan con dietas restrictivas que pretenden conseguir sólo un adelgazamiento. Este mes, desde Psigma, queremos colaborar a esclarecer conceptos y entender estas disciplinas con mayor rigor.
A menudo ocurre que algunas personas piden ayuda a nuestro servicio de salud integral exponiendo dificultades para perder peso o incluso temor de encontrarse sumidas ya en la complejidad de un trastorno alimentario. Cuando sólo se trata del primer caso, con la información adecuada, pautas, acompañamiento y el trabajo con el especialista nutricionista, podemos encontrar fácilmente la manera sana de lograr nuestros objetivos.
Aun así, a veces nos encontramos con que hay una voluntad de perder peso que está condicionada por un trastorno de la conducta alimentaria o un trastorno de tipo ansioso. En estos casos hay que tener en cuenta que se está poniendo en juego nuestra salud mental, emocional y a menudo también la física.
Cuando nos encontramos ante un trastorno de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia nerviosa o los trastornos por atracón) estamos hablando de una patología originada por factores varios que afecta mayoritariamente a adolescentes y jóvenes, pero que cada vez se encuentra más en adultos y niños. Se caracteriza básicamente por alteraciones en el comportamiento respecto a la comida, pero sobre todo alteraciones en el pensamiento que conducen a tener una imagen corporal distorsionada, una autoestima baja, ansiedad, obsesión por el peso, la dieta o la figura. Tienen consecuencias muy graves a nivel relacional, físico y emocional. Menguan de modo muy importante la calidad de vida de las personas, la salud y sus proyectos de vida. La consecuencia más grave que se puede dar es, incluso, la muerte.
De lo que escuchamos mas hablar en la calle es de la anorexia y de la bulimia, pero dejadme recordar que estos son dos nombres que engloban algunas dificultades y sintomatologías que tienen en común algunas personas, pero no incluye a todas las que tienen problemas en este ámbito. Hay trastornos que tienen que ver más con la imagen corporal, la ingesta o la restricción de la alimentación que no encajan ni en un nombre ni en el otro. Cada persona es, de manera preciosa, totalmente única. Por eso, cuando aparecen dificultades de este tipo no me gusta tratarlas bajo el filtro despersonalizado de ninguna “etiqueta”, sino de intentar ajustar el tratamiento al caso específico ante el que nos encontramos. Este es el concepto del terapeuta que trabaja como un sastre, que te hace el traje a medida ajustado al cuerpo y gustos del cliente.
La reflexión de hoy se enfoca hacia los casos que llegan a la consulta con la demanda inicial de “querría adelgazarme y no lo consigo con ninguna dieta”. Cuando hemos valorado que aparecen componentes emocionales alterados como la autoestima, la autoimagen, inseguridades importantes, dificultades relacionales, etc., que interfieren en este objetivo de la persona, entonces encarrilamos el trabajo para recuperar una buena base emocional que, en un futuro no muy lejano, nos permita lograr el objetivo que todos anhelamos: sentirnos bien con nosotros mismos.
A veces se consigue este objetivo perdiendo peso y a veces esto ya no es lo más prioritario. A menudo el primer objetivo es comprender y conocer más nuestra ansiedad para mantenerla a raya o echarla de nuestra vida. ¿Os suena esta palabra a los que habéis hecho muchas dietas de adelgazamiento en vuestra vida? “Ansiedad”. Imagino que sí, pero debéis recordar que “dieta restrictiva exigente + ansiedad” no es la opción sana ni el mejor camino para conseguido un cuerpo saludable y una mente equilibrada.
De una dieta pueden fallar varias cosas: que la que nos proponemos hacer es un desastre de base (a nivel nutricional), que no está bastante personalizada a nuestras necesidades, que no tengamos el apoyo necesario para llevarla a cabo, o entre otras cosas, que seamos nosotros/as los/las que no consigamos mantenerla por culpa de la ansiedad, el mal humor o el desánimo que ha generado. Si te ha ocurrido algo parecido en el pasado, lo ideal es que puedas prepararte psicológicamente para afrontar tus proyectos vitales (esto puede incluir actuar directamente para que tu cuerpo esté más sano) y que lo puedas hacer con serenidad y alegría. No quiero decir que no tenga un coste y que no te suponga un esfuerzo, como todo en la vida, pero sí que puedas conseguir disfrutar del proceso. No hace falta que sea una tortura -literalmente- llegar a un objetivo que quizá no es tan tuyo como de los cánones de belleza que impone parte de la sociedad, los otros o tu dolor emocional.
En la consulta psicológica primero trabajaremos para realizar una buena evaluación de tu trayectoria emocional respecto a las dietas, cómo has cuidado o descuidado tu cuerpo y tu mente, y revisaremos tus objetivos para ajustarlos a algo que entre dentro de lo que consideremos realista y saludable. Estudiaremos estratégicamente cómo ha persistido el problema: las mil soluciones que has intentado pero que no te han funcionado. A menudo cuando estamos muy nerviosos o agobiados, nos abandonamos al consuelo instantáneo de uno de los sedantes/calmantes naturales más potentes: el comer. Cuando nos sentimos vacíos por dentro, a veces intentamos llenarnos con la comida.
Una vez conocemos lo que no te ha funcionado, te propondremos que pongas en marcha estrategias diferentes a nivel práctico y que vayas recuperando tu autoestima en base a algo muy importante: quién eres tú como persona, independientemente de los kg que peses.
Trabajaremos para cambiar la esclavitud de la balanza y la obsesión con el número de kg que pesas por un nuevo enfoque. Tu mente te está tomando el pelo y está totalmente condicionada, tenemos que conseguir que tus sentidos y tus percepciones corporales vuelvan a funcionar con objetividad. Te suena lo que comenta una paciente: “yo estaba tranquila con el fin de semana fantástico que había tenido de celebraciones y comidas en familia, pero cuando me pesé y vi que había subido 1kg y medio, mi estado de ánimo cambió completamente, toda la culpa y el mal rollo aparecieron como una bofetada”. En este caso vemos como en cuestión de minutos, el recuerdo del buen fin de semana y el disfrute han desaparecido dando paso a la culpa, pensar que lo he hecho mal, que ahora ya no tiene remedio, tengo que hacer lo que sea… y entonces ya se pone en marcha la máquina de tortura emocional que hace sentir tan mal a la persona. En el caso de los trastornos bulímicos, éste es el punto en el que se inician las conductas de vómito o laxantes o en cualquier caso, de dañar al propio cuerpo.
Así pues, en estos casos trabajamos contigo, como un equipo, para que forjes una salud mental y una estabilidad emocional sana que te permita decidir si, a posteriori, quieres comer de manera diferente para sentirte más sano y mejor. En este punto el trabajo con el equipo nutricionista es una combinación muy efectiva.
Si estás cansado de tener siempre en la cabeza el mismo problema, ponte manos a la obra e intenta una solución diferente. Si siempre ponemos en marcha las mismas estrategias para conseguir un cambio y no funciona, quizá ha llegado el momento de buscar ayuda e intentarlo de otro modo, no?
Maria Sàbat Padrosa, psicóloga en PSIGMA GIRONA
mariasabat@psigma.cat