¡Hola Psigmeros/as !!!
Como ya hemos comentado en algunas ocasiones, la adolescencia es una etapa que implica muchos (y relevantes) cambios a nivel físico y mental, convirtiéndose a menudo en una etapa compleja tanto por sus protagonistas como por quienes los rodean.
Con ello, no es nada excepcional que a consulta nos visiten muchos padres y madres que reconocen sentirse preocupados, desconcertados, impotentes y frustrados ante el comportamiento impropio de su hijo/a adolescente y de las exacerbadas discusiones que día sí y día también, se producen en casa. A continuación, hacen (clara) referencia al agotamiento y al desánimo derivados de esta situación. Y evidentemente, como si resiguéramos la más estricta de las fórmulas matemáticas, nos describen y/o evidenciamos unos sentimientos de culpa colosales ( “no lo estamos haciendo bien”, “en algo importante nos hemos equivocado”, “no sabemos suficiente” , “no estamos capacitados”…). Todo esto termina afectando inevitablemente a la autoestima y autoconfianza del equipo de padres.
Recuerdo una madre, que muy afectada por la mala relación que tenía con sus hijos adolescentes, me comentaba que tenía la fuerte tentación “de abandonar el barco”, de desaparecer, de retirarse …
Es por ello, que hoy me gustaría mostraros una carta que la escritora y psicóloga Gretchen Schmelzer publicó en su blog, titulada “La carta que tu hijo adolescente no puede escribirte”. Precisamente fue la madre a la que antes hacía referencia quien me la compartió generosamente a consulta, mientras me explicaba que en ese momento tan difícil de su vida, leer aquellas cálidas líneas había sido para ella un frenillo más al que agarrarse para seguir adelante, y no desfallecer. La carta nos facilita “ponernos en los zapatos” de nuestros hijos adolescentes y recordarnos que muchos de sus comportamientos no siempre son resultado de lo que hayamos dicho o hecho nosotros, sino de los cambios inherentes a su proceso madurativo y de crecimiento.
La carta original está escrita en lengua inglesa, así que tened en cuenta las posibles adaptaciones realizadas en la traducción.
Estimado padre:
Esta es la carta que me gustaría poderte escribir.
Ahora nosotros estamos en un momento de lucha. Lo necesito. Necesito esta lucha. No puedo decírtelo porque no tengo el lenguaje para hacerlo y tampoco tendría sentido. Pero necesito esta lucha. Lamentable, lo sé. En este momento necesito odiarte pero necesito que sobrevivas a esto. Necesito que sobrevivas a mi odio y que me odies. Necesito esta lucha pese yo también la odie. De qué trate esta lucha, no es importante: toque de queda, tareas domésticas, el desorden de mi habitación, las salidas, las estancias, dejar, no dejar, parejas (chico o chica), los no-amigos, los malos amigos … No importa. Necesito luchar y necesito que me contraataques.
Necesito desesperadamente que sostengas el otro extremo de la cuerda. Necesito poderme apoyar fuerte, porque yo golpearé mi extremo mientras no encuentre los puntos de apoyo en este nuevo mundo. Esto me hace sentir dentro de él. Solía saber quién era yo, quién eras tú, quién éramos. Pero en este momento no es así. En este momento estoy buscando mis márgenes y en ocasiones sólo los puedo encontrar cuando estoy empujando de ti. Cuando empujo todo lo que solía conocer al margen, entonces siento que existo y por un minuto puedo respirar. Sé que anhelas el niño dulce que fui. Lo sé porque yo también anhelo aquel niño, y parte de esta añoranza es lo que resulta tan doloroso para mí en este momento.
Necesito esta lucha y necesito darme cuenta de que es indiferente lo grandes o malos que sean mis sentimientos a veces, éstos no nos destruirán ni a ti ni a mí. Necesito que me quieras en mi peor momento, incluso cuando parezca que yo no te quiera. Necesito que te quieras a ti misma y a mí, que lo hagas por los dos en este momento. Sé que es una mierda no gustar y ser etiquetado como el malo. Interiormente me siento de la misma manera, pero necesito que lo toleres y que otros adultos te ayuden. Porque yo no puedo en este momento. Si quieres reunirte con tus amigos y tener una charla sobre cómo “sobrevivir a la rabia de tu hijo adolescente” para mí está bien. O hablar de mí a mis espaldas, para mí no es importante. Eso sí, no me abandones ni te rindas en esta lucha. Lo necesito.
Esta es la lucha que me enseñará que mi sombra no es mayor que mi luz. Esta es la lucha que me enseñará que los sentimientos desagradables no significan el fin de una relación. Esta es la lucha que me enseñará a escucharme a mí mismo, a pesar de que por ello pueda decepcionar a los demás.
Y esta particular lucha acabará. Al igual que cualquier tormenta, acabará pasando de largo. Yo lo olvidaré y tu la olvidarás. Entonces volverá. Y nuevamente necesitaré que te cojas con firmeza al extremo de la cuerda. Esto lo necesitaré una y otra, tal vez durante años.
Sé que no hay nada intrínsecamente satisfactorio para ti en este trabajo. Sé que probablemente nunca te lo agradeceré lo suficiente o que incluso podré no reconocer que estuviste a mi lado. De hecho, probablemente te criticaré por todo este trabajo tan duro. Parecerá como si nada de lo que hagas sea suficiente. Y sin embargo, estoy confiando exclusivamente en tu capacidad de permanecer en esta lucha. No importa todo lo que discutamos. No importa del mal humor que me ponga. No importa que me calle o me muestre indiferente.
Por favor, aférrate al otro extremo de la cuerda. Realmente sé que estás haciendo el trabajo más importante que nadie podría hacer para mí en este momento.
Tu hijo adolescente, que te quiere.
Así pues, cualquiera que sea vuestra situación, en PSIGMA estamos a vuestro lado y podemos ofreceros ayuda a todos aquellos que tengáis hijos transitando por una difícil y exigente adolescencia.
Recordad que para cualquier duda podéis consultarnos, pues desde los servicios de terapia familiar y de pareja podemos ayudaros en estas y muchas otras situaciones.
Laura Fabré Calonge, psicóloga sanitaria a PSIGMA VIC
laura@psigma.cat