Los celos entre hermanos/as, las rivalidades, la competición y las peleas constantes entre estos alteran la convivencia y el buen clima familiar. Estas situaciones influyen en el estado de ánimo de los miembros de la familia y afectan a la unidad familiar.
A menudo, cuando las conductas de celos son exageradas, prolongadas en el tiempo y provocan malestar en la vida social del niño y la familia, las madres y los padres se encuentran con la necesidad de buscar orientaciones hacia la manera más adecuada de corregir estos comportamientos y, de esta manera, poder restablecer la armonía y el buen clima en el hogar.
Los celos son un estado subjetivo creado frecuentemente por pensamientos irracionales. Estos pensamientos ocasionan sensaciones de frustración causadas por el miedo a perder o a ver reducidos el amor y la atención de las personas queridas.
El estado de celos suele ir acompañado de envidia o resentimiento hacia quien se percibe como “rival”.
Se debe tener en cuenta que los celos pueden contener cierto valor adaptativo, ya que en algunas ocasiones, como es el caso del nacimiento de un hermano o hermana pequeño / a, se convierte en un sistema de regulación para afrontar una nueva situación.
Los síntomas del niño que presenta celos pueden ser muy variados dependiendo de su edad, de su temperamento y de las circunstancias que han causado y mantienen la conducta. Estos síntomas oscilan entre la desobediencia, el negativismo, los cambios de humor y el aislamiento, la tristeza y el llanto. A menudo, el niño experimenta conductas de regresión (hablar como un niño pequeño, hacerse pis en la cama cuando ya no se hacía, etc.) cuando los celos son hacia un hermano / a más pequeño / a.
En cierto modo, estos comportamientos son manifestaciones del estado de celos concebidas como normalizadas. La mayoría de niños que tienen un hermano o hermana pasan por este estado debido a que ambos reclaman la máxima atención de su padre y de su madre. Muchos de estos comportamientos ayudan a los niños y niñas a madurar, ya que forman parte de una etapa necesaria en su desarrollo. Sin embargo, como se clarifica más adelante, algunos de estos se pueden prevenir.
Los celos pueden ocurrir en dirección a un hermano pequeño o a un hermano mayor. En el primer caso, que es el más frecuente, es aconsejable recordarle al hijo / a mayor los privilegios de los que dispone (ir a dormir más tarde, recibir ciertas responsabilidades, etc.), también se le puede otorgar cierto protagonismo al la hora de cuidar del hijo / a pequeño / a (que lo vigile, que ayude a bañarlo, a vestirlo, etc.).
Es importante promover y fomentar la cooperación entre los hermanos / as (en tareas del hogar, en juegos, etc.) Y reducir la competición entre ellos / as. Ofrecer oportunidades para participar conjuntamente contribuye a que la rivalidad entre ellos / as y la inseguridad del niño con celos disminuya progresivamente.
A continuación, se exponen algunas recomendaciones para prevenir la aparición y / o hacer frente a las conductas celosas dentro de la familia:
– Comunicación entre todos los miembros de la familia. En el clima familiar debe predominar el amor y la confianza. Estimular la expresión de las emociones y los sentimientos, de esta manera se compartirán alegrías y, al mismo tiempo, se liberarán miedos, pensamientos irracionales, frustraciones, etc.
– Educar en valores para que los niños aprendan a obedecer, respetar, cooperar, compartir y a ser generosos, sinceros, responsables.
– Promover y aumentar las actividades en familia (juegos, excursiones, tertulias, etc.) Para conseguir una mayor avenencia entre los hermanos / as.
– Dedicar tiempo exclusivo y de calidad a cada uno de los hijos (por ejemplo, a la hora de acostarse).
– Fomentar el compañerismo entre ellos / as (que compartan juegos, tareas, etc.).
– Participación y colaboración igualitaria (según las edades de los hermanos y hermanas) en las tareas domésticas y en sus responsabilidades diarias.
– Evitar las comparaciones, cada persona es única e irrepetible.
– Favorecer un buen clima familiar; cariñoso y tranquilo.
– Reforzarlos positivamente y por igual, en todo lo que hagan o intenten hacer bien. Se debe resaltar lo individual.
– Evitar la atención excesiva a las rabietas y a las conductas celosas, es más favorable ignorarlas. Al mismo tiempo, hay que reforzar las conductas que se quieran frecuentar. Debe tenerse en cuenta que es más eficaz elogiar las conductas positivas que recriminar las negativas.
– Establecer límites claros y privilegios adecuados en función de la edad de los niños.
Es importante no buscar la igualdad total entre los hermanos / as. Cada niño y cada niña debe disponer de responsabilidades y privilegios diferentes, en función de la etapa evolutiva en la que se encuentre, de su temperamento, etc. Además, es evidente que cada uno es diferente y único – con sus virtudes y sus defectos -, y debe tratarse como tal. En ocasiones, se cometen injusticias intentando ser igualitarios, los niños deben ir aprendiendo desde pequeños que cada uno presenta su propia individualidad.
Mediante las indicaciones anteriores, las conductas celosas y la rivalidad entre hermanos / as se pueden reducir – e, incluso, eliminar- a lo largo del tiempo y de manera natural y puede aparecer una relación de amistad entre ellos / as que favorezca el buen clima familiar. La comunicación, la confianza, la cooperación y la ayuda mutua benefician al mantenimiento de este buen clima.
Montse Grau Sánchez
Psicóloga infantil i juvenil
Col. 18.093